Compartimos artículo de la Red DECIDAMOS, Campaña por la Expresión Ciudadana que es una reflexión sobre el origen de los comités campesinos. En la actualidad es de uso común la noción de “comités de productores agrícolas”, tratando de reducir el campo de acción de los comités campesinos. Inclusive ahora se impuso la noción de “agricultura familiar”, eliminando “lo campesino” que es su fundamento.
Después de la liquidación de las Ligas Agrarias Campesinas allá por años ‘70 y con el impulso de las organizaciones regionales, se impuso la idea de “comités de productores”, pareciera, con la intención de borrar la noción de “campesinos” y así estigmatizarlo, degradarlo. Es así que en la actualidad es de uso común la noción de “comités de productores agrícolas” tratando de reducir el campo de acción de los comités campesinos. Inclusive ahora se impuso la noción de “agricultura familiar”, eliminando “lo campesino” que es su fundamento.
La referencia “campesino” no solamente abarca la producción, sino también el territorio, la comunidad, la manera de ser en el mundo, la relación con la naturaleza y la acción de los comités abarca todos estos aspectos.
El interés por regimentar estos comités comienza por las municipalidades que los encuadra con un estatuto tipo, que no considera en absoluto las prácticas cotidianas y reales, de los grupos de campesinos y campesinas organizadas.
Es un reglamento de “productores” que tiene una estructura vertical, presidencialista que se completa con cargos puramente formales e inútiles que en la práctica no sirven para nada y, además, paralelamente promueven la existencia de múltiples organizaciones en un mismo territorio. Se podría afirmar que impiden que los campesinos, autónomamente, desarrollen sus propias organizaciones de acuerdos a sus prácticas y quehaceres.
Con la preocupación que se da a nivel internacional sobre el cambio climático y sus efectos sobre la seguridad alimentaria, la preocupación sobre la pobreza, entre otras, el Estado ha desarrollado algunos programas de asistencia que, en última instancia, no han fortalecido la producción y mucho menos la organización. De hecho el Estado carece de políticas públicas orientadas al fortalecimiento de la agricultura y la comunidad campesina, sino al revés.
Con todos estos elementos contrarios al desarrollo de las organizaciones, los comités de campesinos y campesinas, siguen adelante con una estructura organizativa solamente a modo de pantalla, desarrollando todas sus acciones en el marco de sus familias y comunidades y, dentro de sus posibilidades, luchando contra los depredadores de los territorios y de la naturaleza y más allá luchan por una presencia social y política a nivel nacional.