Además de los millones de árboles, hay comunidades condenadas a desaparecer bajo las aguas. La naturaleza y los derechos de los pobladores locales no cuentan. Es el momento de ayudar al pueblo Mundurukú. El gobierno brasilero pretende represar los ríos para favorecer a la industria con electricidad barata. La represa tendrá una potencia de 8.040 MW – energía para las fundiciones de aluminio, empresas mineras y otras instalaciones industriales.
Los Mundurukú son tradicionalmente guerreros y tienen claro que no abandonarán jamás la defensa de la tierra, pues se trata de su propia supervivencia. Los ríos Tapajós, Jamanxim y Teles Pires son su hogar y no los piensan abandonar.
El gobierno brasilero empeora la situación. A pesar de tener el plan de construir numerosas represas se niega a escuchar a los afectados aunque la Constitución y convenciones internacionales garantizan el derecho a la consulta.
La demarcación del territorio no se lleva a cabo a pesar de las promesas de hacerlo – y es por la presión del lobby con intereses en torno a la represa.
Desde septiembre, los indígenas comenzaron ellos mismos a demarcar su tierra por propia cuenta. Y las autoridades continúan entregando concesiones de tierras a empresas para talar bosques que quedarán inundados por la represa. La licitación para la construcción se ha pospuesto.
El proyecto Tapajós viola los derechos de los pobladores y destruye la naturaleza. Empresas europeas no deben participar de este proyecto. La presidenta brasilera Dilma Rousseff debe detener todos los proyectos hidroeléctricos en la Amazonía.
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Fuente: Biodiversidad en América Latina