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Tiempo de cambio climático: ¿tiempo de cambios?

Molvina-Zeballos_avatar_1422028885-65x65  Por Molvina Zeballos

El financiamiento climático es una de las dimensiones en las que también debiéramos detenernos. En la COP20, fue unánime el pedido a los gobiernos de los países industrializados, para adoptar compromisos concretos de incremento de sus aportes al fondo del financiamiento climático.

Durante dos semanas, cerca de 20 mil delegados de unos 195 países firmantes de la Convención sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, se reunieron en la ciudad de Lima, en la vigésima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP20[1]), donde abordaron varios de los temas pendientes por las naciones para afrontar este problema global. El objetivo de la COP20 fue acordar el texto-borrador para un futuro acuerdo global que permita reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), que reemplazaría al Protocolo de Kyoto, acordado en 1997, y evitar que la temperatura promedio del planeta suba más de dos grados centígrados. Adoptar este acuerdo renovado será el tema central en la COP21 que se realizará en París a fines del 2015.

La Conferencia de las Partes debía terminar el viernes 12 de diciembre, sin embargo, debido a las diferencias entre los países, las negociaciones se prolongaron hasta la madrugada del domingo 14, teniendo como resultado un documento de consenso denominado Llamado de Lima para la Acción Climática, el cual no llegó a aprobar compromisos concretos, sólo acuerdos generales que serán la base para la discusión y negociación que continuará la COP21 en Paris a fines del 2015.

Más allá de los acuerdos adoptados, es oportuno detenernos en algunos aspectos. Por un lado, la participación de sociedad civil en este espacio de deliberación, negociación y decisión intergubernamental. ¿De qué participación se trata? Según información de Naciones Unidas, en la Convención de Partes, alrededor de 1.500 Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de distintas latitudes acreditan su representación en calidad de observadores, una parte corresponde a América Latina. Junto a representantes de organismos internacionales, de la cooperación internacional, de las multilaterales, entre otras entidades, los representantes de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y en particular de las ONG, participan en diversas mesas de trabajo sobre temas de la agenda climática, todas de suma importancia. Asimismo, se participa en las sesiones informativas de la agenda oficial de negociación y en las plenarias también informativas. Cabe señalar que los únicos participantes que toman decisiones son los representantes de los países, es decir, los equipos negociadores de las Partes. Debido a su condición de observadores, las OSC, organizan y participan en masivos encuentros alternativos a la conferencia oficial. Así, mientras se desarrollaba la COP20, se realizó simultáneamente la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, que albergó a representantes de organizaciones sociales de distintas latitudes. Acordaron un conjunto de propuestas resumidas en la Declaración de Lima, documento entregado a la presidencia de la COP20 el día jueves 11 de diciembre, coincidiendo con la ronda final de negociación de las Partes.

Siendo significativo este nivel de participación, sería importante un mayor involucramiento de nuestras instituciones, buscando formar parte de los equipos negociadores de nuestros países. Esto implicaría cambios de parte del Estado o de nuestros gobiernos en el entendimiento del valor de la participación de sociedad civil en estos espacios de diálogo y toma de decisiones, y por otro lado, implicaría de parte de las ONG una mayor especialización en los temas de la agenda climática. México es uno de los Estados que –al margen de la orientación política de sus gobiernos– incorpora en varios de sus organismos, la participación de la sociedad civil para el tratamiento y seguimiento de la agenda climática.

Son indudables los aportes de las ONG sobre diversos temas, la agenda climática es uno de los campos en los que ya venimos contribuyendo. Sin embargo, será mejor aún si estas propuestas se ven reflejadas en los acuerdos adoptados y también en las finanzas aprobadas. Debemos recordar algo, si una política pública es aprobada es bueno, pero es aún mejor si ésta se refleja en los presupuestos nacionales y en este caso, en el financiamiento global.

El financiamiento climático es una de las dimensiones en las que también debiéramos detenernos. En la COP20, fue unánime el pedido a los gobiernos de los países industrializados, para adoptar compromisos concretos de incremento de sus aportes al fondo del financiamiento climático. Dada la gravedad de los efectos del cambio climático, que ya están presentes bajo diversas formas (desastres naturales, inseguridad alimentaria, epidemias en salud, etc.) y afectan sobre todo en los países en vías de desarrollo, el costo de los daños ocasionados por el cambio del clima es mayor al fondo disponible para la mitigación de estos daños. El objetivo es alcanzar al menos los 100.000 millones de dólares al 2020. Hasta el 2014 habríamos llegado a los 35 mil millones de dólares, de los cuales cerca del 85% se destina a proyectos de mitigación, por lo que es un reto incrementar la orientación a los proyectos de adaptación.

Existen fondos para proyectos de mitigación o de adaptación, otorgados por diversas entidades a través de canales bilaterales o multilaterales de financiamiento. Solo para América Latina se estima la existencia de al menos 20 fondos multilaterales orientados al financiamiento climático, cuya distribución debe ser más equitativa, teniendo como referente el mapa de vulnerabilidades e informes emitidos por CEPAL.

En tiempos en los que se retira la cooperación para el desarrollo de los países catalogados como de renta media, cobra mayor importancia para las ONG acceder a estos fondos, la mayoría provienen del Banco Mundial, de las Agencias de Naciones Unidas a través del PNUD, o del PNUMA, del BID, de los bancos regionales de desarrollo, entre los principales.

Parte de las tareas que nos planteamos desde la Mesa de Articulación, debe contemplar la identificación de las rutas para acceder a estos fondos y por otra parte reorganizar y fortalecer nuestras instituciones, fortalecer nuestras capacidades institucionales para estar en condiciones de responder al desafío que representa la realidad de los efectos del cambio climático, ya no es una amenaza a futuro, es una realidad de nuestro presente.

Molvina Zeballos, Directora ejecutiva Grupo Propuesta Ciudadana, Perú.

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[1] En 1994 entró en vigor la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC por sus siglas en inglés), tiene por objetivo reducir la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. La Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) fue designada como el órgano supremo de la Convención. Las Partes en la Convención, vienen a ser los 195 países que suscriben la Convención Marco, son quienes toman las decisiones en cada Conferencia, entre países industrializados y países en desarrollo. La COP 20, es la vigésima Conferencia de las Partes, que en esta oportunidad se reunió en Lima, en el mes de diciembre de 2014. Participan quienes toman decisiones que son los equipos negociadores de los países y los observadores, conformados por las OSC, la cooperación internacional, los organismos internacionales e intergubernamentales como el PNUD, PNUMA, OCDE, la OPEP, entre otros.

Fuente: Mesa de Articulación

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