Desde 2013, una investigación viene siguiendo la trayectoria de vida de 100 familias, distribuidas en 10 territorios de los nueve estados del Semiárido brasilero. El objetivo es identificar las estrategias ecológicas y sociales implementadas por los agricultores y agricultoras que les ha posibilitado resistir y/o recuperarse de impactos ambientales extremos, como la desertificación, los cambios climáticos y los largos períodos de sequía.
Los territorios estudiados por la Articulación Semiárido Brasilero (ASA) y el Instituto Nacional del Semiárido (Insa/MCTI) son el Semiárido del San Francisco (Estado de Bahía), Ibiapaba (Ceará), Alto Río Pardo (Minas Gerais), Cariri/Seridó y Borborema (Paraíba), Semiárido del Araripe (Pernambuco), Valle del Guaribas (Piauí), Semiárido del Apodi (Río Grande do Norte), Alto Semiárido (Sergipe) y Medio Semiárido (Alagoas).
Los primeros resultados de la investigación «Sistemas Agrícolas Familiares Resilientes a Eventos Ambientales Extremos en el Contexto del Semiárido Brasilero” indican que el acceso al área colectiva favorece el pastoreo de 200 animales y el extractivismo vegetal en forma sustentable. Inclusive durante la peor sequía de los últimos 50 años, que asoló la región en los últimos cuatro años, las familias consiguieron mantener el mismo número de animales.
El acceso a la tierra y al territorio también son importantes aspectos señalados. En el agroecosistema de la pareja João Almeida y Sueli, en la comunidad de Vereda Funda, en el territorio del Alto Río Pardo, en Minas Gerais, la conquista de la tierra posibilitó un mayor control y la autonomía de la familia en relación con las fuentes de agua, al trabajo de recuperación ambiental, reaparición de nacientes y fortalecimiento de la práctica agroextractivista, mediante la recolección de frutos nativos y plantas medicinales en un área colectiva del asentamiento.
Durante el seminario realizado la semana pasada se presentaron los resultados de la investigación, referentes a cuatro propiedades, entre ellas la de la pareja María do Socorro y Julio Rodrigues, de la comunidad Jaquinicó, en el municipio de Curaçá, en el territorio del río San Francisco (Bahía). En la propiedad de 15 hectáreas, la familia desarrolla diversos subsistemas agrícolas, como el cultivo y siembra de hortalizas y la cría de gallinas. También cría de animales (caprino y bovino) sueltos en la Caatinga y práctica del extractivismo en un área colectiva de 3000 hectáreas. Esa práctica es conocida tradicionalmente como fondo de pasto.
Antonia Iva Ferreira, una de las becarias del Proyecto, acompaña la investigación con la pareja de agricultores María Aparecida y Claudionor, en el poblado Sitio Verde, municipio de Porto da Folha, Estado de Sergipe. Ella observa que la participación de María Aparecida en la Asociación de Mujeres Rescatando su Historia, que promueve formación, intercambio y el compartir de experiencias, permitió el acceso a informaciones y conocimientos que posibilitaron innovaciones en el sistema agroecológico. Entre las alternativas adoptadas por la pareja en un pequeño espacio de tierra (0,3 hectáreas), está la organización de una quinta diversificada, donde hay frutas, hortalizas, cría de aves, abejas y producción energética, que contribuyeron a aumentar la resiliencia de su sistema productivo.
De acuerdo con Paulo Petersen, de la S-PTA, una de las entidades que coordina la investigación, la resiliencia no puede ser analizada por uno o dos indicadores, sino por la interacción de varios factores ecológicos y sociales articulados en un sistema. «No se explica la resiliencia sólo por el suelo, sólo por la vegetación, por el tamaño de la tierra, por la participación de la mujer, sino todo ello en conjunto. Ésta es la gran complejidad y dificultad de hacer este tipo de investigación”, evalúa.
La Investigación
La investigación busca la sistematización de prácticas acumuladas por los agricultores y agricultoras y el mapeo de las estrategias adoptadas para convivir con el semiárido. El proyecto utiliza la metodología de investigación participativa, incentivando que los propios actores realicen las evaluaciones de resiliencia de los agroecosistemas. Es una experiencia de investigación inédita que reúne en una red a organizaciones sociales, un centro de investigación científica, tecnológica y de innovación para el Semiárido brasilero y a los propios agricultores experimentadores. De este modo, inaugura en la región una estrategia sin precedentes de mapear, construir y perfeccionar conocimientos, apuntando a apoyar la formulación de políticas públicas.
Paulo Petersen destaca la investigación como un proceso de construcción del conocimiento que involucra a diversas entidades de la agricultura familiar, y el desafío de que los resultados recogidos puedan influenciar las políticas públicas. «Nuestro desafío es entender las estrategias de las familias y extraer enseñanzas que puedan inspirar la formulación de políticas que sean sensibles a lo que las experiencias están indicando”, concluye.
Fuente: ADITAL Noticias de América Latina y el Caribe