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Pueblos indígenas Ayoreo Totobiegosode: Contactos forzados y largo proceso por derechos

La ONG asociada de POJOAJU, GAT (Gente, Ambiente y Territorio), al finalizar el 2019 dio cierre al largo ciclo de servicios técnico-jurídicos y de acompañamiento a la reivindicación territorial en el Chaco del pueblo Ayoreo Totobiegosode. En trabajo conjunto con líderes y miembros de este pueblo, sus comunidades Aocojadi y Chaidi (constituidas en tierras recuperadas, en los años 1997 y 2005), GAT desarrolló un extendido proceso que tuviera inicio en los primeros años de los 90. El camino no se transitó con velocidad, pero requirió una resistencia sostenida de más de 26 años. Sobre la superficie territorial reivindicada, inicialmente de unas 550.000 has, se alcanzó la restitución de unas 150 mil has.

Se trata de 139.600 has tituladas a nombre de los Ayoreo Totobiegosode y de otro inmueble de 15.000 has ya adquirido por el estado a favor de este pueblo indígena, pero aún no titulado. A la vez, el conjunto de la superficie reivindicada fue registrada y declarada en 2001 como Patrimonio Natural y Cultural Ayoreo Totobiegosode (PNCAT) y cuenta a la fecha con Medida Cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH-MC 54-13, otorgada en febrero de 2016.

Las tierras están destinadas a población indígena que aún permanece en situación de aislamiento, desplazándose en los bosques del PNCAT situado en el Alto Paraguay, como a los parientes en situación de contacto reciente e inicial (1979, 1986, 1998 y 2004), asentados en las comunidades Chaidi y Aocojadi. Si bien la superficie restituida a este pueblo es hasta la fecha la mayor alcanzada en el Paraguay por, y para, un pueblo indígena, resulta por otro lado tan sólo una parte de lo inicialmente reclamado para garantizar la sobrevivencia física y cultural de la gente Ayoreo Totobiegosode (Jonoine-urasade) que permanece en la zona rechazando el contacto y encuentra en aquellos bosques uno de sus últimos refugios.

Antecedentes

Discriminación, vulnerabilidad extrema y olvido, son palabras que retratan la situación de los Ayoreo Totobiegosde reducidos en la Misión de Campo Loro, cuando profesionales de GAT establecieron relaciones con ellos a comienzos de los años 90 para escuchar su reclamo. Se trataba de la gente contactada en 1979 y a finales de 1986, en campañas impulsadas por la Misión A LAS NUEVAS TRIBUS (MANT, hoy Ethnos 360). Podía comprenderse en el desolador escenario lo afirmado sobre aquel grupo humano por el periodista Tony Carmona, pocos años atrás: “¿Qué han recibido en realidad de nuestro maravilloso mundo que generosamente les ofrecemos? Enfermedades, muertes y, de sobrevivir, un trabajo a destajo como hacheros, destruyendo su mundo de árboles y pájaros por unos pocos pesos que sólo alcanzarán para una vida de parias.”.

“En la selva de Paraguay, no hay tregua en la batalla por las almas” se titulaba el artículo publicado por Alan Riding en The New York Times, en abril de 1987. Daba cuenta de la muerte de cinco personas Ayoreo, luego del contacto con el grupo Totobiegosode del pueblo ayoreo, promovido por la MANT. “Unos 30 indios Ayoreo recién convertidos partieron de una misión protestante en el norte de Paraguay a fines de diciembre para contactar a miembros «no alcanzados» de su tribu cuyo pequeño asentamiento en la jungla había sido visto desde el aire por un piloto misionero”, relataba el escrito periodístico. En el mes de diciembre de 1986 el contacto buscado con el grupo en situación de aislamiento produjo la muerte de cinco personas Ayoreo. Mientras una parte de los buscados huyó al monte, otras 24 personas fueron luego conducidas a la Misión de Campo Loro, donde junto con los Ayoreo Guidaigosode se encontraba gente Ayoreo Totobiegosode ya reducida años atrás, en 1979.

Para la Misión Nuevas Tribus, con sede en Florida, que dirige la estación de Campo Loro donde viven ahora unos 850 ayoreos de habla zamuco, la llegada del nuevo grupo se celebró como un paso importante hacia la conversión de toda la tribu. «Puede llevar uno o dos meses para quienes vienen a compartir la Palabra de Dios», dijo el director de la Misión, Fred E. Sammons, informaba el periodista en aquel artículo. Mientras la noticia del hecho acontecido en diciembre de 1986 tomaba repercusión internacional, en el país se registraban distintas apreciaciones. Las entidades indigenistas privadas constituyeron en enero de 1987 una comisión investigadora, cuyo informe registra el suceso, las voces de sus distintos protagonistas y la situación de los Totobiegosode en la Misión de Campo Loro, entre otros puntos.

MANT: “La misión es buscar a los que no conocen a Dios»

El informe de investigación registraba que : “La organización misionera A LAS NUEVAS TRIBUS (MANT) está especializada para trabajar exclusivamente con poblaciones aisladas del Tercer Mundo, «las que no conocen a Dios», debiéndose «buscar a los que no conocen a Dios, con el propósito de salvarlos, porque Jesucristo es el único salvador; los que conocen a Dios están salvados y entrarán por siempre en la gloria del Señor». El medio utilizado para la salvación de los hombres es el Nuevo testamento y una literatura bíblica selecta del Antiguo testamento. Entre las citas bíblicas que fundamentan su acción evangelizadora, se menciona: «Yo soy la puerta por donde entrarán las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no le hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por mí será salvado (San Juan 10:7,8,9)».

ASCIM: «Reconocemos dedicación de los misioneros, nuestra tradición es misión y martirio”

Entre las posiciones referidas se encuentra la de la Asociación de Servicios de Cooperación Indígena Mennonita (ASCIM), la que manifestaba en su informe: “Reconocemos y respetamos la decisión de la Iglesia Ayoreo de Campo Loro de ir a contactar a los selvícolas (totobiegosode) y asumir todas las consecuencias. Nos acordamos que en nuestra propia tradición cristiana hemos denominado este tipo de acciones como “misión” y las consecuencias como «martirio». Reconocemos la dedicación profesional de los misioneros a Nuevas Tribus en relación a sus éxitos lingüísticos y pastorales…”.

AIP: “MANT es transgresora de la Ley 904”

Para la Asociación Indigenista del Paraguay se considera a la Misión a las Nuevas Tribus como: «transgresora de la Ley 904/ 81, Estatuto de las Comunidades Indígenas, en su artículo 1º, que expresamente dice que ella «tiene como objeto la preservación social y cultural de las comunidades indígenas, la defensa de su patrimonio y sus tradiciones…«, y de su artículo 4º, que afirma que no se promoverá: «la integración de las comunidades indígenas a la colectividad nacional, ni de medidas tendientes a una asimilación que no contemple los sentimientos e intereses de los mismos indígenas…».

Entidades indigenistas privadas: «La MANT es cómplice»

Para las entidades indigenistas privadas: “La Misión de las Nuevas Tribus es cómplice en la infracción de la Ley 904/81, Estatuto de las Comunidades Indígenas, en sus artículos 1, 4, 13 y 14.”. Manifestaban las entidades indigenistas, entre otras consideraciones, que: “Es responsabilidad de la Misión de las Nuevas Tribus hacer todo lo posible para ampliar la cantidad de tierra disponible para los Ayoreos en Campo Loro hasta alcanzar lo mínimo recomendado por la Ley 904/ 81, Estatuto de las Comunidades Indígenas, en su artículo 13.”.

INDI: “La misión presta positivos servicios a indígenas bajo su influencia”

El ente oficial, el Instituto paraguayo del indígena, INDI aludió en su momento a derechos de los ayoreo de acuerdo a la normativa vigente. El informe producido señalaba, a la vez, que la Misión: “ha prestado y sigue prestando positivos servicios para la seguridad, el acrecentamiento, la salud y la autogestión de los indígenas que se encuentran bajo su influencia”.

Años de silencio y posterior lucha por la tierra y sus bosques

En aquel tiempo y en años posteriores se plantearon denuncias distintas sobre la reducción Ayoreo. No fue posible sin embargo tramitar la defensa de sus derechos a la tierra. Correspondió a la abogada Mirna Vázquez Llamosas, destacada jurista de amplia experiencia, asumir en 1993 el histórico desafío de los trámites jurídico-administrativos para la reivindicación territorial indígena, con la apertura de expedientes ante el INDI y el Instituto de Bienestar Rural (IBR, actual INDERT), tarea que lideró hasta su fallecimiento en el año 2001. El proceso iniciado, y su desarrollo, requirió asimismo el concurso de competencias profesionales distintas para estudios y gestiones complejas de carácter interdisciplinario, necesarias a las varias aristas del caso, proceso éste que desde sus inicios, y a dicho efecto, tuvo a GAT como soporte.

Cooperación, estigmas y resistencia

Mientras las acciones de beneficiencia para pueblos indígenas podían recibir aplausos, la defensa de derechos para la restitución de tierras y protección de bosques encontró múltiples detractores. Ya no sólo se trataba de fortalecer reducciones de indígenas sino de estigmatizar a sus aliados, los “chupasangre” o “mercaderes de la pobreza” como señalara algún periodista, “aquellos que impiden el desarrollo” como gustaban de señalar los protagonistas de los agronegocios, o “ellos, quienes pretenden dividir al pueblo ayoreo”, como indicara algún misionero disgustado. Las organizaciones de la sociedad civil, en este caso GAT, se volvían el pato buscado para el tiro al blanco. En espacios chaqueños, como también en el ámbito nacional, se ponía en duda la existencia de población que aún permanecía en situación de aislamiento y los deseos reales de los Totobiegosode ya contactados de volver a poblar parte de sus bosques tradicionales. “No es voluntad de ellos” o “Ya no existen silvícolas, es invento lo de indígenas aislados”, fueron afirmaciones frecuentes. Los Ayoreo Totobiegosode lograron retornar desde la Misión de Campo Loro a sus tierras, a partir de 1997. En 26 años de trabajo conjunto con GAT – y otros aliados nacionales, como internacionales- obtuvieron la restitución de unas 150 mil has e importante protección de sus bosques, en un trayecto amparado por la Constitución Nacional, la normativa nacional y los convenios ratificados por el Paraguay. Junto con esta normativa el estado paraguayo ha puesto recientemente en vigencia un Protocolo que reconoce la existencia y derechos de población en situación de aislamiento.

Mientras la MANT ya lleva más de 60 años en el Chaco, prosiguiendo junto con sus aliados en tareas evangelizadoras, familias Ayoreo Totobiegosode subsisten sin contacto, buscando refugio en los últimos montes de la región. El supuesto es que la misión de “salvar almas” ya no permite abrir puertas al etnocidio y la impunidad. Junto con este desafío y otros, permanecen en la región chaqueña las batallas frente al ecocidio.

© Fotos: Survival International. Chaco. Miembros del grupo local Totobiegosode del pueblo Ayoreo (izqda. y dcha.), capturados en el año 1986 en la búsqueda promovida por la Misión a las Nuevas Tribus. El polígono rojo en el mapa del Alto Paraguay es la superficie tramitada desde 1993 para dicho pueblo, reconocida como Patrimonio Natural y Cultural

Fuentes: GAT / The New York Times, 01.04.1987, Sección A, p. 4/ José A Perasso (1987) Crónicas de cacerías humanas. La tragedia Ayoreo.

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