La salud tiene varias dimensiones, y es importante ocuparnos de todas ellas en una coyuntura tan especial como la que vivimos con la expansión de la COVID 19. Pero es necesario analizarlas con enfoque de género, porque la crisis afecta de forma diferenciada a las mujeres. Compartimos este artículo de Lilian Soto que examina con lentes lilas la salud en tiempos de pandemia.
Mientras en los ámbitos científico-médicos se busca develar y encontrar certezas sobre la fisiopatología del virus que ocasiona la COVID 19, y desarrollar los tratamientos que frenen su expansión, así como la vacuna específica, en la esfera de las políticas públicas se revela más importante que nunca la mirada de género en todas las dimensiones de la salud: determinantes socioeconómicos, situación, gestión y atención. Es decir, es necesario analizar diferenciadamente lo que está sucediendo en: 1) el acceso y control sobre los recursos que hacen posible el ejercicio del derecho a la salud (alimento, vivienda, ambiente sano, educación, información, trabajo, remuneración, tecnologías y servicios) y en cómo esto impacta en las mujeres en este tiempo; 2) las tasas de morbilidad y mortalidad causadas por el virus, desagregadas por sexo, y por otras patologías que se ven afectadas por la focalización del sistema de salud en la pandemia, así como sus causas y consecuencias; 3) las implicancias para las mujeres de los arreglos para la gestión de la salud -quiénes deciden y proveen salud y en qué condiciones se produce la provisión de los servicios de salud en las circunstancias actuales-; y 4) la accesibilidad, disponibilidad y utilización de los servicios de salud y en cómo esto afecta de forma específica a las mujeres ante el direccionamiento de los sistemas de salud a enfrentar la crisis causada por el virus.
Con respecto de la primera dimensión, la focalización de las medidas para afrontar la pandemia se orienta a la prevención y ello implica medidas de higiene y distanciamiento social; la posibilidad de cumplimiento de estas disposiciones tiene una clara relación con los determinantes socioeconómicos. Estos son factores referidos a los ingresos y a la existencia de aspectos básicos indispensables para un ambiente saludable, como el agua, la tierra, la vivienda adecuada, configurando el medio en el cual las personas estructuran y desarrollan sus vidas, y del que dependen para un completo bienestar. La posición de subordinación de las mujeres en las sociedades las colocó en situación de escaso control sobre estos determinantes, y paradójicamente, las convierte en quienes cargan con el mayor peso cuando existen precariedades relacionadas a estos factores. Por ejemplo, la falta de agua potable, de luz eléctrica, y otras privaciones, hace que las mujeres deban acarrear agua de pozos y canillas comunes, o juntar y trasladar leña para cocinar si no hay cocina moderna y no cuenten con electrodomésticos que les faciliten las tareas del hogar. Estas dificultades se convierten en factores de riesgo en tiempos de COVID cuando se indica un aislamiento incumplible debido a las carencias.
Con relación a los ingresos, también resultan claras las desventajas de grupos específicos de mujeres como las trabajadoras domésticas. Para muchas de las más de 200.000 mujeres de Paraguay[1] que se dedican a este tipo de empleo, mayoritariamente en la informalidad[2], el cumplimiento de las medidas de distanciamiento puede significar la pérdida del empleo sin las compensaciones proveídas por la seguridad social, por lo que puede ser preferible para muchas asumir los riesgos de contraer el virus antes que cumplir las medidas de cuarentena. Para las mujeres trans, las dificultades se vuelven aún más pesadas pues a la clausura de sus escasas fuentes de ingreso que en muchos casos eran obtenidos del trabajo sexual, se suma la discriminación que les obstaculiza mucho más obtener apoyos para el sustento diario. Las mujeres indígenas constituyen otro de los grupos con múltiples dificultades en esta esfera, para ellas se superponen las exclusiones, la mayoría se encuentra en situación de pobreza y con escasas posibilidades de obtener ingresos. Todo lo expresado indica la importancia de que, en estos tiempos, se identifiquen las desigualdades de partida de las mujeres con relación a los determinantes de la salud , se analice por sexo la pérdida de empleos e ingresos en cada sector, a fin de registrar si hay algunos en los que se vean afectadas específicamente las mujeres, y se actúe sobre todo esto con medidas económicas y sociales que las habiliten a cumplir plenamente con las disposiciones de prevención: acceso al agua, a viviendas adecuadas, a ingresos económicos suficientes para no salir a buscar el sustento, entre otras.
Con relación a la situación de la salud, es necesario analizar la morbimortalidad propia de la afección COVID19 donde los datos indican que a nivel global afecta a hombres y mujeres por igual[3], mientras que en Paraguay esta relación es que del total de personas con COVID19 positivo: un 49% son mujeres y un 51% hombres[4], al 15 de abril de 2020. En cambio, la mortalidad está siendo más alta en los hombres, lo cual probablemente esté asociado, de acuerdo con diversos análisis, a patologías o inmunodeficiencias preexistentes y prevalentes en la población masculina, tales como el tabaquismo, entre otras. A medida que se desarrolle la pandemia es necesario hacer el seguimiento sobre cómo van siendo afectados hombres y mujeres, con un especial monitoreo de poblaciones específicas como la de enfermería, constituida mayoritariamente por mujeres. Por otra parte, la situación de la salud con mirada de género implica pensar en lo que está sucediendo con otras patologías o necesidades de salud de las mujeres, considerando la prevalencia en ellas de enfermedades como el cáncer de mama o de útero, cuya atención pudiera estar afectada por la focalización del sistema de salud en la pandemia. A esto hay que sumar el análisis sobre los efectos en la salud de las múltiples estrategias que se están desarrollando para cubrir las necesidades básicas de alimentación en las zonas marginalizadas de las ciudades, donde se multiplican las ollas y los comedores populares promovidos por mujeres, supliendo las ineficiencias estatales para resolver este problema central desencadenado por las medidas implementadas. En Paraguay esto sucede en innumerables comunidades [5], con aglomeraciones de criaturas y personas adultas en búsqueda de un plato de comida, lo que hace necesario monitorear su desarrollo y extremar las estrategias para que las poblaciones empobrecidas no acaben siendo las más afectadas en su búsqueda de supervivencia ante todo lo que desata la pandemia.
En la dimensión de gestión de la salud es necesario contemplar la escasa capacidad de incidencia de las mujeres en las decisiones sobre la provisión de los servicios de salud, a pesar de que la mayor parte de estos, tanto formales como no formales, son proveídos por las mujeres. Los datos indican que en América Latina y el Caribe las mujeres constituyen el 70% de las y los trabajadores en el sector salud y social, y 9 de cada 10 del sector de enfermería[6]. Sin embargo, no es frecuente ver a mujeres en los momentos de la toma de decisiones sobre la pandemia en el sector salud, como es en el caso de Paraguay, donde ellas brillan por su ausencia en el debate público sobre las medidas sanitarias. La presencia de una mayoría femenina en el sector implica que las políticas de protección al personal de salud son claves para las mujeres; por ejemplo, si no hay provisión suficiente y adecuada de equipos de protección personal (EPP) al sector salud, serán ellas las más afectadas. En términos no formales de servicios de salud, estos están relacionados principalmente con los cuidados. En este ámbito, son generalmente mujeres las gestoras y proveedoras de atención dentro de la familia y la comunidad y de forma gratuita, por lo que la ausencia de una mirada de género puede estar obviando las consecuencias de las medidas de aislamiento en los hogares cuando las circunstancias pueden ser propicias incluso para el fomento de la corresponsabilidad en las tareas de cuidados. A esto debe sumarse que la tendencia de las mujeres a ser cuidadoras de personas enfermas, tanto en entornos de atención de la salud como en el hogar, puede exponerlas más a la infección, por lo que esto debe ser objeto de atención[7]. Además, debe analizarse las consecuencias de la medida de suspensión de clases y actividades propias de niñas/os y adolescentes en el empleo de las mujeres y en las responsabilidades de cuidado en el hogar, lo que puede significar, además de perdidas económicas, una sobrecarga de tareas y estrés con los consecuentes impactos en la salud, por lo que es necesario que desde las políticas públicas se diseñen las medidas adecuadas para abordar esta situación.
Finalmente, en términos de atención de la salud, es sabido que las mujeres son quienes hacen mayor uso de los servicios de salud públicos por diversas razones, tanto para su propia utilización, debido a aspectos de la salud referidos a la reproducción, con toda la morbimortalidad que ello puede acarrear, como por necesidad de sus hijos e hijas y de otros familiares a quienes acompañan a los servicios. Son ellas las que llevan a niños, niñas y personas ancianas a consultas, y se ocupan de acompañar también a personas enfermas de sus comunidades a los hospitales. A esto debe sumarse la utilización de los servicios de salud ante daños causados por la violencia hacia las mujeres y las niñas -física, psicológica y sexual-. En este marco, cabe preguntarse cuáles están siendo las consecuencias de la crisis en este acceso de las mujeres a los servicios de salud ¿las está afectando de alguna manera que agrava sus condiciones? También es necesario vigilar las respuestas de los servicios de salud ante temas de salud sexual y reproductiva y de violencia: ¿Están disponibles durante la crisis los recursos para la salud reproductiva y sexual tales como los anticonceptivos y la píldora del día después? Y con relación a la atención a mujeres que viven violencia, es importante monitorear el funcionamiento de los servicios: ¿Están funcionando los protocolos de atención a mujeres y niñas víctimas de violencia? ¿Existen alertas y disposiciones claras para el personal de salud ante los casos de violencia? ¿Existe capacidad del personal de salud para identificar situaciones de violencia contra las mujeres y las niñas en situación de aislamiento en el hogar con sus agresores? Estas últimas preguntas son claves, dado que los datos indican el aumento de los casos de violencia intrafamiliar durante la cuarentena; en Paraguay el crecimiento ha sido de entre el 10 y el 15%, según los reportes de la Policía Nacional, la Fiscalía General del Estado y el Hospital del Trauma[8].
En suma, la mirada de género en el ámbito de la salud es indispensable ante la crisis que estamos viviendo y no puede ser obviada. Las históricas desigualdades de poder de las mujeres y los roles que las sociedades les han asignado, pueden hoy exponerlas a riesgos y vulnerabilidades mayores en todas las dimensiones de la salud. Por tanto, las políticas públicas que se están desarrollando, muchas de ellas con dinámicas de prueba y error, deben contemplar la variable de género y ocuparse de diseñar las medidas necesarias para que la pandemia no afecte a las mujeres con cargas superpuestas.
[1] La Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC)s, en sus resultados del 3er. Trimestre de 2019, reporta que existen 269.191 personas dedicadas al empleo doméstico. Disponible en https://www.dgeec.gov.py/Publicaciones/Biblioteca/EPHC2019/Tercer%20Trimestre/Presentacion%20EPHC_3erTrim2019.pdf
[2] De acuerdo al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS), apenas 7% de las empleadas domésticas están registradas en el Instituto de Previsión Social (IPS). Ver en https://www.abc.com.py/nacionales/2019/07/03/bacigalupo-apenas-el-7-de-las-empleadas-estan-inscriptas-en-el-ips/
[3] https://gacetamedica.com/investigacion/afecta-por-igual-el-covid-19-a-hombres-y-mujeres/
[4] https://twitter.com/msaludpy/status/1250829104615698435/photo/1
[5] Ver información en https://www.eldiario.es/sociedad/Ollas-populares-solidarias-resistencia-Paraguay_0_1015249102.html; https://npy.com.py/2020/04/a-ollas-populares-asi-sobreviven-los-mas-afectados-con-la-cuarentena/
[6] Gender Equity in the health worfkforce: Analysis in 104 countries. Disponible en https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/311314/WHO-HIS-HWF-Gender-WP1-2019.1-eng.pdf
[7] UNDP COVID 19 responses: Gender and COVID-19 outbreak: Communications key messages
[8] Ver los siguientes links: https://www.ultimahora.com/policia-registra-aumento-violencia-familiar-cuarentena-n2876484.html; https://www.abc.com.py/edicion-impresa/judiciales-y-policiales/2020/03/30/casos-de-violencia-familiar-aumentan-de-manera-preocupante-en-el-2020/; https://lavozdigital.com.py/noticia.php?id=28818&id_categoria=10